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Inicio de año positivo para los mercados

“Cuanto peor mejor para todos, y cuanto peor para todos mejor. Mejor para mí, el suyo beneficio” M. Rajoy

La mayoría de los movimientos de activos este mes de enero han sido continuación de los vividos en los últimos tiempos: las bolsas siguen al alza, los activos de crédito siguen comportándose bien, la tecnología sigue encabezando los comportamientos sectoriales y geográficos y China sigue siendo el borrón en Asia, con unas bolsas en franco declive en contraposición con otros países como Japón o India.

El convencimiento de que el mercado se iba a decepcionar al haberse puesto muchas expectativas de bajadas de tipos en la mesa, y que se había movido “demasiado rápido, demasiado furioso” durante los meses de noviembre y diciembre no ha terminado de dar sus frutos.

La realidad es que, tras las reuniones de los bancos centrales de este mes, uno se convence de que efectivamente las bajadas de tipos se esperan en el horizonte, pero es más difícil de entender cuándo y en que cuantía. Sobre todo, porque los datos macroeconómicos están dando muestras de fortaleza y los datos de inflación se muestran algo más pegajosos de lo esperado. Así que gana adeptos la idea de que EEUU logrará un “Soft-landing” y que las subidas de tipos no terminarán causando una recesión como ha ocurrido en la gran mayoría de ocasiones anteriores. A pesar de curvas invertidas, indicadores líderes en negativo, recesión en manufacturas, el crecimiento está siendo aupado por consumo, empleo y gasto público (y lo seguirá estando en un año electoral como el actual).

Una de las claves para el año 2024 será cómo afecte el déficit público a la emisión de Treasuries, y si esto provocará, como creemos, una bajada de rating por parte de Moody’s, y un incremento de la prima de riesgo de la deuda, acompañada de un empinamiento de los plazos largos y un mayor coste de financiación para la primera economía del mundo que, además, podría provocar una depreciación del dólar por el camino. Es por ello que hemos reducido las posiciones en Treasuries a largo plazo, para concentrarnos en la parte corta de la curva.

Desde el punto de vista macroeconómico, después de casi año y medio de caída en niveles de actividad manufacturera, los últimos datos que hemos conocido indican un repunte de la actividad, quizá por el hecho de una natural reconstrucción de inventarios, tras una época de baja producción a nivel agregado.

Mientras tanto, desde el punto de vista micro, las compañías tecnológicas siguen presentando unos números envidiables, aunque con unas valoraciones un poco más tensas. Si nos enfrentamos a un aterrizaje suave y la inflación no cede, quizá tengamos algún episodio de caída de valoraciones. De nuevo el “cuanto mejor, peor” de los mercados.

Y aquí tenemos que hablar de China, cuyas bolsas están comenzando igual de mal que acabaron 2023. Si en la segunda mitad del año pasado la bolsa de Shangai (CSI300) caía un -10%, en enero vuelven a terminar en rojo, perdiendo un -6,29%. En los últimos tiempos se han anunciado medidas monetarias, restricciones a las ventas en corto y hay rumores de un posible y fuerte impulso fiscal, pero no se ve apetito inversor y quizá aquí veamos alguna oportunidad de inversión a corto plazo, con un mejor binomio de rentabilidad/riesgo.

Me gustaría recordar, antes de despedirme, que nuestra forma de gestionar, tanto fondos de carteras, es con una mirada de largo plazo, de búsqueda de rentabilidad pero siendo conscientes, no solo de las oportunidades, sino también de los riesgos asociados a los mismos, para permitir el crecimiento patrimonial de largo plazo.