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El aplanamiento de la curva de tipos genera preocupación entre los inversores

Tradicionalmente las subidas de tipos han sido un mecanismo efectivo usado por los bancos centrales para controlar la inflación y así lo estamos viendo de nuevo. El pasado 16 de marzo la Reserva Federal dio el primer paso realizando una subida de tipos de 25 puntos básicos, a la que acompañarán, si las expectativas de los mercados se cumplen, al menos otras 8 subidas de tipos, dejando la tasa de interés en aproximadamente el 2,50% a finales de año, y posiblemente en el 3,25% en 2023.

 

Consecuencia de ello, en Estados Unidos, el bono a 3 años ha pasado del 1,62% al 2,82%, descontando mayores subidas de tipos de las inicialmente estimadas. El bono a 10 años, por su parte, pasaba del 1,82% al 2,91%, incluso ha superado el 3% en los últimos días. Estos movimientos tan bruscos y rápidos han provocado un aplanamiento de la curva, e incluso una inversión de algunos tramos de esta, a comienzos del pasado mes de abril.

 

Recordemos que la pendiente de la curva es la figura que surge de monitorizar los diferentes puntos de emisión de deuda de un país; que suelen financiarse mediante la emisión de letras a corto plazo y bonos con vencimientos progresivos de 2, 5, 10 y 30 años habitualmente. El tenedor de un bono a corto plazo recibe un tipo cercano al tipo de interés del dinero, como norma general, y a medida que sube el plazo, exige una prima por mayor incertidumbre. Esta “prima temporal” está afectada por variables como la inflación esperada en el período que erosiona la rentabilidad del bonista, o de las expectativas de crecimiento del país o de la senda de control presupuestario. Por ello, la curva de tipos nos ayuda a entender la relación existente entre cómo las políticas monetarias, que influyen en el extremo corto de la curva, están afectando a las futuras dinámicas de crecimiento e inflación previstas, que influyen en el extremo largo de la curva.

 

La situación habitual, por tanto, suele ser la de curvas con pendientes positivas. A partir de ahí, entran en juego los bancos centrales con su manejo de los tipos de interés en su intento de controlar el crecimiento y la inflación. De media, los tipos son más elevados a largo plazo que a corto, ya que siempre existe una prima de riesgo de inflación a largo plazo. Sin embargo, en momentos de mayor auge económico, la inflación tradicionalmente ha hecho aparición (crecimiento económico implica mayor creación de empleo, menor tasa de desempleo y un incremento de los costes laborales y de servicios) y los bancos centrales endurecen las condiciones monetarias subiendo tipos de interés para tratar de contener este sobrecalentamiento. En el momento en el que los tipos comienzan a subir, la parte corta de la curva absorbe esos movimientos y comienza a subir en consonancia.

 

Tradicionalmente, inversiones de la curva son un predictor fiable de una futura recesión en los próximos meses, pero en ocasiones puede pasar hasta más de un año para que se produzca.

Así se detalla en uno de los informes del servicio de estudios del banco de San Francisco (Michael D. Bauer, Thomas M. Mertens 5 marzo 2018) que analiza las recesiones vividas en Estados Unidos desde 1955, las cuales han sido precedidas en un plazo de 24 meses por una inversión de la curva. Tan solo en una ocasión, en los años 60, a pesar de la contracción económica, se consiguió evitar la entrada en recesión. El informe detalla que el tiempo medio de entrada en recesión puede ir desde los 6 meses hasta los 2 años desde la inversión de la curva de tipos.

Desde luego, no podemos obviar este tipo de información tan relevante para el mercado, pero tendríamos que matizar y añadir ciertas consideraciones a este evento. En primer lugar, como hemos visto, no es un indicador 100% fiable ya que en los años 60 no se cumplió la recesión, aunque la desaceleración macroeconómica fue importante. En segundo lugar y evidentemente, cada época es diferente y cada recesión tiene sus orígenes; no deberíamos mezclar recesiones motivadas por las crisis del petróleo de los 70, con la explosión de la burbuja tecnológica de principios de milenio o la importantísima crisis financiera del 2008. Aunque en cada uno de estos períodos la parte larga de la curva actúa como activo refugio e invierte la curva en consecuencia.

 

Desde Welzia seguimos atentos al aplanamiento de la curva de tipos. Creemos que la parte corta de la curva ha subido mucho y muy rápidamente, y debe refrendarse con las subidas de tipos en el futuro; es decir, la FED tiene que hacer frente a estas expectativas, y subir de forma agresiva durante los próximos 12 a 18 meses, veremos si durante el camino la inflación o el crecimiento económico da muestras de moderarse y en ese caso, si la reacción de la FED sigue siendo tan agresiva. Si se produce o no se produce una recesión, tendrá más que ver con la reacción del consumidor a las alzas de precios, que al movimiento de un activo en manos de los bancos centrales.

 

* Artículo completo en la revista Asset Managers de Mayo 2022.